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miércoles, 5 de agosto de 2015

Nuevas lecturas.


Instalados en un lujoso piso de París, los Kampf poseen todo lo que el dinero puede comprar, excepto lo más difícil: el reconocimiento de la alta sociedad francesa. Así pues, con el propósito de obtener el codiciado premio, preparan un gran baile para doscientos invitados, un magno acontecimiento social que para el señor y la señora Kampf supondrá respectivamente, una excelente inversión y la soñada apoteosis mundana.

Pero en casa de los Kampf no todos comparten el mismo entusiasmo. Herida en su orgullo por la prohibición materna de asistir al ágape, Antoinette, de catorce años, observa con amargura los agitados preparativos del baile y siente que ha llegado la ocasión de enfrentarse a su madre, afirmarse a sí misma y realizar su propia entrada en la edad adulta. Con un breve gesto, tan impulsivo como espontáneo, provoca una situación absurda que culminará en un final dramático y revelador. 

 Como telón de fondo, Irène Némirovsky nos describe a la perfección todo un mundo basado en las apariencias, en el querer ser y no poder y en el sufrimiento que eso produce en mucha gente, un "problema" que perdura a lo largo de los siglos con diferentes matices.
Se lee rápidamente ya que es una novela corta que me ha parecido preciosa.


  
Un inglés llamado Anthony Whitelands llega a bordo de un tren al Madrid convulso de la primavera de 1936. La Guerra Civil Española está a un tiro de piedra y se huele en el ambiente. Whitelands llega a Madrid para autentificar un cuadro de autor desconocido, cuyo valor económico puede resultar determinante. El inglés tendrá la ocasión de meterse de lleno en esos días previos a la guerra civil, llegando a conocer incluso a José Antonio Primo de Rivera. Turbulentos amoríos con mujeres de distinta clase social distraen al crítico de arte, sin darle tiempo a calibrar en la cantidad de líos en los que se está metiendo. Le persiguen policías, diplomáticos políticos y espías, en una atmósfera enrarecida, de conspiración y algarabía.
Si habéis leído a Eduardo Mendoza, ya conoceréis su sentido del humor, así que resulta una lectura muy apasionante y entretenida.